jueves, 19 de febrero de 2009

La caída de la Corona, el ascenso de la democracia


Fuenlabrada, 19 de febrero de 2009. El Rey no es el mismo que hace 28 años defendió la Constitución. Sigue siendo la misma persona, pero no tiene el mismo papel que el que realizó durante la madrugada del 23 al 24 de febrero de 1981. La Constitución española le otorga un papel simbólico al monarca y a la Corona. No fue el rol que siguió durante el intento golpista. El Rey se posicionó, acertadamente, a favor de la Carta Magna. No se limitó a las funciones que el pueblo le concedió como Jefe de Estado.

La situación de la Corona es totalmente distinta 28 años después. No se concibe que el Rey tenga un papel tan importante en la sociedad actual. Hace unos meses saltaba la polémica por el posicionamiento político de la Reina en la biografía escrita por la periodista Pilar Urbano. La Familia Real, unida a los altercados que la rodean, está consiguiendo que cada vez sea menos imprescindible para el país. Tuvieron un papel muy importante en la transición con una democracia poco consolidada. El Rey fue decisivo para evitar una nueva dictadura tras el 23 F. Fue el momento álgido de su actuación. Pero la democracia se ha ido asentando desde ese momento y cada vez está siendo menos necesario el papel del monarca.

La Corona se debilita a la vez que se consolida el régimen constitucional. Los ciudadanos no pueden negar la valiosa actuación que esta institución ha aportado al país. Pero también han de darse cuenta de que su trabajo cada vez es más inútil. La democracia española se asentará definitivamente cuando la Monarquía deje su lugar a un nuevo régimen en el que no se la necesite.


José Manuel Álvarez Canales

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