jueves, 26 de marzo de 2009

El ilógico de los antiabortistas sigue sin actualizarse

Alcorcón, 26 de febrero de 2009. El debate político pasa en estos días por el tema del aborto. Los supuestos provida se llevan las manos a la cabeza al conocer las intenciones del Gobierno socialista de ampliar la ley del aborto. La actual legislación sólo permite interrumpir el embarazo en determinados supuestos. La ministra Bibiana Aído propone ahora eliminar esas posibles razones para que todas las mujeres puedan tener la libertad de decidir cuándo quieren ser madres.

Lo más curioso de este debate no es que estos grupos esencialmente católicos quieran coartar la libertad de la mujer. La sociedad española está ya acostumbrada a sus pataletas conservadoras. Lo que de verdad llama la atención es se autodenominen “provida” y defiendan salvajismos como el mal llamado espectáculo de los toros. Muchos se preguntan por qué vale más la vida de un feto que la de un animal. Una inteligencia superior de los primeros no equivale a un mayor sufrimiento. Si de verdad defienden la vida, que protejan cualquier tipo de ésta y no se queden en el escudo a un feto que sí es defendido por la nueva ley a partir de las 14 semanas de gestación.

Todo esto es consecuencia de una inadaptación de la derecha a las nuevas realidades sociales. La mujer, afortunadamente, ya no es sólo un instrumento para parir. Su incorporación al trabajo ha traído consigo problemas como el del aborto. Hace unas décadas no era problema que una niña de 16 años se quedara embarazada. Era su principal razón de ser. Hoy supone un grave inconveniente con consecuencias que ni los padres de las jóvenes pueden valorar. Son ellas las que han de tomar esta dura decisión.

José Manuel Álvarez Canales

jueves, 12 de marzo de 2009

Bolonia, una de cal y otra de arena

Fuenlabrada, 12 de marzo de 2009. El “plan Bolonia” se impone poco a poco en las universidades europeas, pero llega de la mano de numerosas críticas. Los poderes públicos defienden la instauración de este nuevo método. Argumentan que homologará la totalidad de titulaciones europeas. El euro vino a hacer algo similar, y ha funcionado en ese aspecto, pero no vino exento de problemas como lo está haciendo este proceso.

En el otro lado se sitúan gran parte de los estudiantes. Se quejan de una privatización encubierta de la enseñanza y de un mayor control por parte de las empresas. Sin embargo, es para éstas para quien finalmente han de trabajar tras abandonar las facultades. Es lógico pensar que han de aprender desde sus estudios universitarios cómo posteriormente tendrán que actuar en su ámbito laboral.

Pero este sector no está del todo desencaminado en sus reivindicaciones. Otra de las razones que exponen en contra del plan es la casi obligación de cursar un máster al terminar los pertinentes grados. La formación, en muchos casos, no estará completa si no se tiene uno de estos estudios de postgrado en el currículum, lo que supone un gasto muy superior al que pueden permitirse muchas familias. El Gobierno argumenta que ha aumentado el número de becas disponibles para los alumnos, pero aún así aún queda lejos de las posibilidades de muchas familias de estudiantes. Bolonia trae consigo grandes avances, pero también problemas de gran calado. Los poderes públicos aún están a tiempo de escuchar algunas, aunque no todas, de las reivindicaciones que se está haciendo a este nuevo plan educativo.


José Manuel Álvarez Canales