La salida del atolladero en que están metidas las empresas de la cultura no es tan complicada. Intentan luchar y derrotar a un contrincante que ha ido creciendo muy rápidamente y les ha hecho mucho daño. Ya han podido comprobar que así no consiguen nada, pero siguen por el mismo camino. Los gobiernos ayudan con leyes inservibles ante el poder de la tecnología y parece que de momento así seguirá siendo. Afortunadamente ya hay gente que busca otro tipo de salidas a la crisis cultural. Poco a poco, las empresas van uniéndose a portales como Youtube para paliar el problema.
Éste parece ser el camino que han de seguir, pero no para todos es rentable. La verdadera rentabilidad ha de venir de donde lo hace en otros muchos sectores. La publicidad es el elemento decisivo en este jaque a la cultura. Ya hay páginas que ofrecen contenidos gratuitos y de buena calidad a cambio de ver banners o spots, dependiendo del producto. Si la televisión puede financiarse de esa manera, también la industria musical o la cinematográfica pueden hacerlo. La solución, por tanto, es ofrecer los contenidos por el medio “enemigo” buscando un método de financiación alternativo.